Wednesday, July 22, 2009

El Espacio, la Prensa y un Toque de Filosofia

21 de julio de 2009
EL ESPACIO, LA PRENSA Y UN TOQUE DE FILOSOFIA
Recordando a Apollo 11

Muchas gracias por la invitación a participar en este evento, y a la doctora Carmen Pantoja por enviarme el material publicado en El Mundo sobre este evento único e increíble, que tanto orgullo y optimismo y asombro provocó, y que en algunos, estoy seguro, un sentido de terror ante la inmensidad del misterio del universo.

Leer el material en El Mundo fue como meterme en una capsula de tiempo y regresar, no solamente a la noche del 20 de julio de 1969, sino a esa época.
Quiero hacer brevemente dos puntos.

El impacto, por supuesto, fue asombro por la hazaña de ingeniería, tecnológica de llevar tres hombres a la Luna, y dos a la superficie. Debemos recordar que para aquella época, todos los lanzamientos de hombres al espacia creaba en nosotros una tensión ante la complejidad y el peligro, una tensión que crecía día a día, hora a hora en los ocho días que duró la misión.

Y debemos recordar los terribles golpes que sufrimos en esa época, y las terribles decepciones, comenzando, por supuesto, con el asesinato absurdo, irracional, emocionalmente brutal de John F. Kennedy en 1963. Muchos teníamos a Kennedy en mente, reviviendo el dolor de su muerte, cuando vimos en la pantalla de televisión los dos americanos pisando el suelo gris de la Luna. De hecho, fue natural que el editorial en El Mundo del día siguiente fue principalmente sobre Kennedy.

Recordemos también que poco más de un año antes el mundo se estremeció de nuevo con el asesinato de Martin Luther King, y de nuevo en junio de 1968 con el de Robert Kennedy. Ya la guerra en Vietnam había dividido profundamente al pueblo americano provocando conflictos y odios que parecían estar llevando a la nación a otra guerra civil. La democracia misma parecía en crisis: la convención demócrata en Chicago el verano de 1968 fue una orgia de violencia. Estados Unidos y el mundo entero estaban en medio de la terrible Guerra Fía. Nadie sabía quién iba ganar especialmente a mirar a un mapa global y ver gran parte de la Tierra pintada de rojo. El verano de 1968 el mundo vio los enormes tanques soviéticos aplastando el movimiento liberal en Praga. Y aun mas terrible ¿quien podía sentirse seguro que no iba estalla una guerra nuclear poniendo fin a la civilización humana? Y fue en 1968 que para muchos murió la leyenda de Camalot ante la chocante noticia que Jacqueline Kennedy se casaba con Aristóteles Onassis.

Necesitábamos todos, el pueblo americano, nosotros los puertorriqueños, todo el mundo, una buena noticia.
Ustedes saben que nosotros los periodistas somos profesionalmente, sino genéticamente, pesimistas en el sentido de que nos dedicamos a buscar lo que fracasa, lo que falla – no siempre, pero casi siempre, lo que consideramos noticia es negativo. Y esa noche, y hasta que regresaron sanos y salvos a la Tierra el 24 de julio, recuerdo sintiendo fuertemente ese temor. ¿Cuándo algo va fallar? De hecho, en una de las columnas en el material que envió Carmen,, escribo que a ver Armstrong y Aldrin pasando tanto tiempo brincando en la Luna, parecían estar divirtiéndose, jugando como muchachos, quería gritarles: ¡Basta ya! Regresen al Modulo antes que algo malo ocurra.

Nada malo ocurrió. Las centenares, las miles de cosas que tuvieron que salir perfectos, salieron perfectos. La gran buena noticia que tanto necesitábamos fue más grande de lo que podíamos esperar.

Y naturalmente hubo la explosión de optimismo. Esto era el comienzo, como Kennedy dijo en 1961, de la más grande, y la más difícil, aventura en la historia humana – la exploración humana del espacio. Esa noche el vicepresidente de Estados Unidos habló de una comisión para comenzar la planificación de poner hombres en el planeta Marte. El principal científico de la Casa Blanca señalo la increíble complejidad de esa misión, pero aseguró que podía lograrse en 20 anos. El genio alemán de cohetes responsable por llevar hombres a la Luna, Warnher Von Braun, dijo que si se proponía hacerlo, podía llegar el hombre a Marte en 1982 o 85. Uno de los artículos de El Mundo cita a un científico ingles diciendo que ahora había que eliminar la palabra “imposible” del idioma.

Y como señala Ted Sorensen en su biografía de Kennedy, Kennedy siempre vio el programa espacial como una puerta, una oportunidad, de sobreponerse a la Guerra Fría: por eso repetidamente, en su discurso inaugural, ante las Naciones Unidas, hizo llamamientos a Estados Unidos y la Unión Soviética a juntos explorar el espacio.

La idea que la exploración del espacio seria una fuerza a favor de la paz mundial parecía evidente. El titulo de otra columna en el material de El Mundo que envió Carmen es “La Ciudad en la Luna”. En el optimismo del momento, no tenia duda que la Ciudad iba ser una realidad, y sin duda superior a cualquiera en la Tierra. En el espacio el hombre se libera de los conflictos ideológicos, raciales, nacionalistas que creamos tan absurda e innecesariamente y que tanto daño le hacen a la humanidad. Ver todos los días la Tierra subir por el horizonte de La Luna tiene que despertar en los habitantes de esa Ciudad la realidad de que somos una sola humanidad, milagrosamente subsistiendo en ese pequeño planeta azul, tan bello y tan frágil.

Y tengo que mencionar que parte de mi emoción, y optimismo, esa noche era que mi hermano mayor, que hace poco falleció, vivía y trabajaba en Cabo Kennedy, parte del equipo de IBM que había producido las computadoras que llevaron los astronautas a la Luna y los devolvieron sano y salvos.

Bueno, han pasado 40 anos y eso es mucho tiempo si pensamos que cuando Armstrong y Aldrin y Collins viajaron casi medio millón de millas a la Luna, hacia solamente 65 anos que los hermanos Wright volaron el primer avión por todo de 120 pies en 12 segundos. Que solo había pasado ocho años del primer hombre, el ruso Gagarin, en el espacio.

El columnista Charles Krauthammer en el Washington Post la semana pasada pregunta: “¿Cómo es posible que hayamos retrocedido de la Luna?” Dice que el deterioro en el programa espacial americano es tan grande, que en 14 meses, para un astronauta americano regresar al espacio tendrá que ir en una nave rusa o china.

Hemos perdido no solamente el liderato en el espacio sino nuestra visión, lamenta uno de los astronautas del Apollo 11, Buzz Aldrin, en otra columna en el Washington Post la semana pasada. Por ahora, NASA planifica regresar a la Luna en 2020, por primera vez desde diciembre de 1972, para el cincuenta aniversario de Apollo 11. China se prepara para ir a la Luna también en el 2020. Tremendo, dice Aldrin, pero como otros, pregunta: ¿por qué pensar en pequeño? Vamos a pensar en mucho mas grande. Vamos a dedicarnos no a la Ciudad en la Luna, dice, sino la Ciudad en Marte, y lo podemos hacer en dos décadas.

Y en un articulo particularmente fuerte, el ex administrador de NASA, Michael Griffin, lamenta que es increíble que hoy no podemos lograr lo que hicimos hace 40 años. “¿Qué clase de gente somos?, pregunta que hemos cedido a otros el liderato en extender la frontera humana.

La verdad es que siempre ha habido oposición a gastar miles de millones en el espacio, cuando hay tanto horrorosos problemas aquí en la Tierra. ¿Por qué no usar los fondos para salvar el ambiente de nuestro planeta, o para eliminar la pobreza, o las terribles enfermedades?

Y en este argumento, creo, hay otra pregunta algo filosófica: ¿No es malgastar dinero, y energía intelectual, buscar algo que nunca vamos encontrar? Es decir, ¿puede la mente humana llegar a entender el asombroso e interminable misterio del universo? Hace poco leí el libro “The Black Hole War” del físico teorético de Stamford, Leonard Susskind, que describe algunas de las teorías increíbles del ultimo siglo, pero que comienza el libro diciendo que millones de años de evolución humana ha producido un celebro que sencillamente no esta “alambrada” (wired) para entender los números, las distancias del universo. Estamos programados para visualizar 100, pero no, como señala otro libro, que un año-luz consiste de nueve trillones de kilómetros o que un rayo de luz toma 30,000 años para ir de nuestro planeta al centro de nuestra galaxia?

Y si queremos números grandes mas cerca, ya que la evolución nos ha dado un celebro que consiste de 100 mil millones de neuronas y 100 trillones de conexiones, ha creado un celebro que no esta “alambrado” para descifrar la increíble complejidad de si mismo.

Y esto me trae al filósofo, a veces también actor y director de cine, Woody Allen. Vi la otra noche en TV su película “Manhattan.” Para el final, esta acostado, frustrado por el fracaso de su vida amorosa, y, es evidente, como en otras de sus películas, su inhabilidad de contestar la pregunta: “¿Por qué existo?”. Y en su acostumbrado monólogo, dice que todos los conflictos en este planeta son creado por el hombre con un solo propósito: no tener que pensar en el universo.

Entiendo lo que dice. Si no podemos entender el misterio del universo, ¿como vamos a comenzar a entender el misterio de nuestra propia existencia?

Buena pregunta. Pero hay una contestación. Y aquí llego al segundo punto y con esto termino.
Otro articulo en el Washington Post de este sábado cita a otro astronauta americano, con el nombre de Franklin Chang Díaz:

“Los humanos eventualmente se trasladarán al espacio. No hay manera de parar ese movimiento hacia afuera. Si Estados Unidos no provee el liderato, otros lo harán. No se trata de qué país, sino de cuándo.”

¿Cómo lo sabe? La contestación, en mi opinión, es que la evolución que ha programado al ser humano, a Woody Allen y a muchos de nosotros hacernos esa pregunta: ¿Por qué existo?, nos ha programado a ir al espacio. Estamos alambrados a ir a Marte. Y aunque debemos olvidarnos de los famosos “wormholes”, como nos dice el físico Susskind, pero si resulta que sí se puede viajar mas rápido que la luz, vamos a las estrellas, y a otras galaxias.

Como dice Chang Díaz, no hay manera de pararlo.

Muchas gracias.